Ahora llegamos al domingo fatídico. Me duele confesar que ese día el hotel está muerto, falto de animación. Como yo me aburría como un bendito, se me ocurrió sacarlo a Fainberg de la negra ignorancia y le enseñé a jugar al truco para que no hiciera un triste papel en los bares de cada esquina. Señor Parodi, yo tengo pasta para enseñar; la prueba es que el alumno me ganó ipso facto dos pesos, de los cuales me cobró uno cuarenta en metálico, y para saldar la deuda me convidó a que lo invitara a una matinée en el Excelsior. Por algo dicen que Rosita Rosemberg tiene el cetro de la risa. Las plateas gozaban como si les hicieran cosquillas, aunque yo no pescaba una palabra, porque hablaban en un idioma que tienen los rusos para que no los manye al vuelo ni el Pibe Sinagoga, y yo estaba impaciente por llegar al hotel para que Faimberg me contara los chistes. Como para chistes estábamos cuando me reintegré a la piecita sano y salvo. Usted viera la lástima de mi cama; ya la frazada y la cubija eran una sola mancha; la almohada no estaba mucho mejor que digamos la sangre había ganado hasta las bolsas y yo repreguntaba dónde iba a dormir esa noche, por que el finado Tadeo Limardo estaba tendido en la cama, más muerto que un salame.
Mi primer pensamiento fue, como es natural, para el hotel. Con tal que algún enemigo no fuera a creerse que yo había sacrificado a Limardo y manchado toda la ropa de cama. Adiviné en seguida que ese cadáver no le iba a caer en gracia a Zarlenga; y así fue porque los tiras lo interrogaron hasta ya pasadas las once, que es una hora que en el Nuevo Imparcial ya no se puede prender luz. Mientras completaba esas reflexiones, yo no cesaba de chillar como un borrachín, porque soy como Napoleón y hago muchas cosas a un tiempo. No le exagero: todo el establecimiento acudió a mis gritos de auxilio, sin excluir el peón de cocina, que me tapó la boca con un trapo y casi obtiene otro cadáver. Llegaron Fainberg, la Musante, los farristas, el cocinero, Paja Brava y el último el señor Renovales. El otro día lo pasamos todos en la cafúa. Yo estaba en mi elemento, satisfaciendo toda laya de preguntones y mandándome cada cuadro vivo que los dejaba turumba. No desatendí el trabajo de zapa, y saqué el dato que a Linardo lo habían liquidado a eso de las cinco de la tarde, con su propia cortaplumas de hueso.
[...]
H. Bustos Domecq. Seis problemas para don Isidro Parodi. Sur. Bs.As. 1964
2 comentarios:
ALGUIEN ME PUEDE AYUDAR??..en unos de los problemas de "6 problemas para don isidro parodi".."la victia de tadeo limardo"..quien asesina a tadeo o es un suicidio???...por que??
Lee bien el último parrafo. Tadeo Limardo quería matarse, pero no tenía valor para hacerlo, buscó que otro lo matara. Y que mejor que fuera el amante de su esposa (Zarlenga) pero cuando fue para conseguir ese propósito él no estaba, pero sí ella, Juana Musante (su ex esposa) que pensando que Limardo quería matar a Zarlenga, lo acuchilló, y le pateó el muerto a otro de los inquilinos del conventillo.
Saludos.
Luis
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