
Todo asador ha experimentado alguna vez frente a la parrilla el angst o ansiedad existencia!. Esudios muy poco confiables han indicado que una gran parte de los lexotaniles y valiums que se consumen en el país son consecuencias de la terrible duda existencial que azota al asador en el momento previo a la preparación del asado, angustia que aúna a parrilleros expertos y a asadores domingueros.
Sucede que los invitados ya están avisados, la inversión en materiales combustibles y alimenticios es un hecho irreversible, el carnicero nos perjuró que la carne es tierna, las ensaladas están alineadas y aliñadas, el vino destapado... sólo puede fallar algo: nosotros.
El angst se expresa entonces a través de una serie de preguntas retóricas que se inician desde que nos despertamos aquel día, hasta segundos después de que la gente hinque el diente y nos regale una mirada de aprobación. Estas preguntas van desde el clásico ¿Vendrán los invitados?, hasta la temible ¿Alcanzará el vino?, y suelen estar acompañadas de náuseas, temblores y sudores fríos. (*)
Cómo superar la ansiedad y ganarse el aplauso final
Dejando de lado los psicofármacos, la meditación "intrascendental", y las estampitas de San Roque, existen algunas pautas básicas que, si se siguen ordenadamente, pueden servir de gran ayuda, y que describiré a continuación.
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( *) Muchos parrilleros argentinos opinarán que esta descripción es exagerada, y que a ellos no los afecta ninguna angustia previa al asado. No se engañen, se trata de un típico caso de lo que los psicólogos llaman "negación"; después de unas cuantas consultas lograrán "encarrilarlo" para que vuelva a sentir el auténtico pánico que todo ser humano se merece.
Gabriel Sagel. Todo bicho que camina. Manual del asador argentino. Planeta. Bs. As. 1997.
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